miércoles, 9 de septiembre de 2009

Apatía política y entusiasmo

Nuestra sociedad es una sociedad nihilista. Esto puede empero comprenderse en dos sentidos radiacalmente opuestos. Por un lado, el nihilismo significa pérdida de los valores y esa concepción de la actualidad puede verse en las personas mayores, las cuales fueron alimentados o alumnos de una cultura que hoy ya no es válida. Por otra parte, es posible comprender el nihilismo de una forma más débil, no como pérdida, sino como carencia, carencia de valores.

Nuestra sociedad carece de valores, me refiero a valores fuertes, pero esto no es preocupante, sino que lo preocupante es el origen de este nihilismo. Dicho origen es un fuerte relativismo según el cual "cada uno tiene su verdad" o, como dice el adagio popular, cada cual tiene su flash.

¿Dónde se sitúa el saber hoy en día, en nuestra sociedad? En primer lugar, no está centralizado, no es homogéneo y mucho menos de aceptación unánime. El rol del sabio. el filósofo, nos llega desde nuestras raíces grecolatinas pero está gastado, se ha institucionalizado y convertido en una burocracia de los tecnicismos, muy lejano al poseedor de la sophrosyne (virtud de la armonía espiritual), aquel ideal de autoperfección griego.

Entre la casta de los "filósofos" cabe reconocer un especimen único, Alejandro Rozitchner, el cual habita un ambiente que no es tan común a su especie. Lejos de florecer en el invernadero académico, con sus paredes de vidrio que transparentan la realidad pero la aislan, Rozitchner desarrolla su profesión fuera del ámbito académico gratuito para todo ciudadano argentino. Por el contrario, (pareciera que) se gana la vida con sus cursos de "Entusiasmo" y "Nietzsche".
Me pregunto constantemente por qué se convoca constantemente a un sujeto como Rozitchner, sin calificacioes académicas exceptuando una licenciatura realizada hace más de 10 años y en el extranjero, a publicar notas de opinión en diferentes medios masivos, habiendo gente con mucho mayor poder de reflexión y conocimientos para llevar a cabo tal tarea.

Hoy me encuentro con dos notas de Rozitchner. La primera, en diario La Nazión y titulada "Honestidad brutal de un opinador político", la cual es un encadenamiento quejoso contra "los políticos" en un tono de apatía y molestia. Lejos de ser la opinión de un sabio, es solamente el eco de la apatía política del ciudadano medio ante la impotencia que siente al no encontrar candidatos representativos. Personalmente, alguien que se autoproclama "filósofo" o "filósofo aterrizado" (sic) debería poseer una visión más desarrollada y no tan reactiva al problema en cuestión. Pero no. La nota es una serie de insultos contra los K y contra la política argentina, la cual puede leerse superficialmente -como ya decíamos- como la queja del ciudadano medio, o puede leerse sabiendo que Rozitchner trabaja para Macri y que a Macri no le gustan los K. Y no es que no le gustan por apatía, sino más bien los detesta por su avidez política y mucho de lo que Rozitchner dice de los K es fácilmente aplicable a Mauricio Macri.

El segundo artículo, de El Cronista, titulado "Tolerancia e intolerancia en la Gran Ciudad", no es más que una entrevista que le hizo una estudiante de periodista sobre un tema que no es de su especialidad (a diferencia de "el entusiasmo") y mostrando un poco la hilacha, no sé si fascista pero si un poco bulldog, al decir cosas como

No actúo, claro, porque sería un loco y me matarían a patadas, pero imagino agarrar del pelo a alguien que tarda demasiado en la caja y tirarlo al piso, o increpar a alguien que tira un papel en la calle o trata mal a un chico, etc. Cuando viajo en subte y me toca ir parado me imagino agarrando a alguien y sacándolo de su lugar para sentarme yo, cosas de ese tipo.
Esto no parece ser un gran demostración de sabiduría (especialmente por considerar cosas "del mismo tipo" retar a alguien por tirar un papel a la vía pública que robarle el lugar en el subte a alguien). Me parece más bien todo lo contrario. La violencia no es más que la evidencia de una persona sin disciplina ni educación.
Rozitchner hace eco en la gente, se acopla al sentimiento del argentino medio y pretende desarrollar su discurso desde ahí. Pretende vender un producto, a saber, un visión del mundo. Pero las ideas, a diferencia de los regalos, no se envuelven ni se adornan. La vocación del sabio es la cultura, el cultivo espiritual, no la legitimación de la actitud natural y mucho menos su desviación con los fines de un partido político que pretende allanar el camino a un sector privilegiado, los poseedores de grandes capitales.

He escrito mails a estos diarios y a otros en los que Rozitchner publica notas, ofreciendome -cómo Lic. en Filosofía y académico- a dar mi visión del asunto. No he recibido respuesta, lo cual me lleva a pensar que no sólo que se presenta a este personaje que usurpa un rol fundamental en toda sociedad, sino que se excluye de los medios masivos a quien realmente pretende ejercerlo.

Esta campaña es tan exitosa, que Rozitchner se da el lujo de titular su nota "Honestidad brutal de un opinador político", porque claro, el es un opinador político, un hombre del montón, que no sabe pero opina porque no le gusta lo que ve, con el único fin de qe el lector se identifique. Pero luego firma como filósofo, porque claro, el sabe cómo viene la mano. ¿Qué mejor forma de legitimar la apatía política? Y luego habla de "entusiasmo"...

2 comentarios:

  1. puedo bancarme a alguien medio facho, a alguien que vota al pro, etc, pero que rozitchner se proclame filosofo, filosofo nietzscheano/deleuzeano, no. es una inconsistencia, una contradiccion logica. en fin.

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  2. Desde el punto de vista del marketing, un punto de vista que Rozitchner explicitamente defiende, se entiene muy bien que el mismo Rozitchner venda ese producto, Nietzsche, porque es un producto con mucha demanda, es un autor que gusta en Argentina, ¿no te parece?

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