sábado, 28 de noviembre de 2009

Categorías y esquematismo kantiano

La consciencia humana se conforma como un flujo temporal de representaciones. En la Crítica de la razón pura, Kant presenta sus doce categorías o modos determinantes en un juicio espontáneo de enlace de representaciones. Las categorías carecen empero de una temporalidad, es decir, hacen abstracción de su objeto y de las características de éste. El esquema por el contrario, es un añadido a la categoría que determina un ambito objetivo; el esquema permite la homogeneidad entro lo espontáneo e intelectual del enlace y lo sensible de la representación. Esto es posible porque el esquema le dota a la categoría de contenido al transformarla en una regla de construcción de objetos (construya un triángulo al encerrar un espacio mediante tres rectas), o visto del otro lado, reglas para el reconocimiento de objetos (el ser humano es un animal racional).

Me parece por esto mismo, que la concepción kantiana de la categoría conlleva a pensar que ésta preexiste al esquema, como si ella fuera lo originario y el esquema lo derivado. En realidad, el pensamiento tiene una realidad propia que podemos aprehender y describir haciendo abstracción de su temporalidad mediante las categorías, pero estas, por el contrario, no significan nada antes del tiempo (ante rem) sino más bien que son una abstracción (post rem).

Obsesión y entusiasmo

Un rasgo de la personalidad muy corriente es la obsesión, caracterizada ésta aquí como un sobreanalisis de los problemas, es decir, sobreabundancia de pensamiento. Éste tipo es el cliente ideal de un gurú del entusiasmo como Alejandro Rozitchner. Mi opinión es que esta tipología se debe a una necesidad del individuo de hacer un recorrido conceptual, de canalizar cierta energía latente en un desarrollo de tipo teórico. Al estar latente esta fuerza busca exteriorisarse de cualquier modo posible oponiéndose incluso al módulo perceptivo, la consciencia (nuestro "yo"), y presentándose a ella como un antagonista. Esto significa dos cosas: en primer lugar, que el pensamiento obsesivo está disociado de nuestra consciencia por lo que aparece como externo a ella. Además, se presenta como contrario a su voluntad, pues no se manifiesta voluntariamente sino que su expresión es semejante a la del agua que escapa de su recipiente al rebalsarlo y superar su capacidad de continencia.

Así, la obsesión puede considerarse un funcionamiento patológico de una función natural del individuo: el pensar. Sin embargo, en tanto que es un funcionamiento patológico reviste una utilidad para el individuo, la cual se ve reflejada en el caracter paralizante del pensamiento. "El pensamiento atrasa" dice Rozitchner, y tiene razón, a condición de que nos refiramos al pensamiento obsesivo. Éste bien sirve para encontrarle la quinta pata al gato y evadir a ése peligroso félido; la obsesión es evasión mental. Permite racionalizar un problema y naturalizarlo: de la mera posibilidad percibida por la inteligencia se infiere obsesivamente la realidad de dicha posibilidad, haciendo de una situación potencialmente problemática una situación realmente problemática y facilitando entonces que dicha situación se descarte por su problematicidad supuestamente inherente.

Seguro que el pensamiento obsesivo atrasa. Y que frente al miedo que lo mueve es mejor el entusiasmo. Pero esto claramente es aplicable legitimamente sólo en los campos intelectuales en los que se demuestre su validez. Descartar el pensamiento por su problematicidad potencial supone la misma falacia que utiliza el pensamiento obsesivo para evadir su problema.

lunes, 23 de noviembre de 2009

El paralogismo de la subjetivdad

Bajo la denominación de "Paralogismos de la razón pura", comprende Kant una serie de espejismos que nos salen al encuentro en lo referente a nuestra esencia como sujetos del conocimiento. Todos ellos se reducen a su vez a un Paralogismo principal, a saber, la existencia del sujeto como objeto. Esto significaría que aquél que conoce -el sujeto- podría ponerse como su propio objeto del conocimiento. La tradición religiosa y metafísica, como así también el sentido común, son muchas veces presas de este paralogismo y el objeto que proponen como sujeto suele poseer el nombre de alma, mente, espíritu, etc...

Los cuatro paralogismos la presentan como substancia (existencia subsistente), simple, una a través del tiempo y en posible relación objetos de pensar. Dicha relación es la representación o consciencia de los objetos y su posibilidad se refiere -según Kant- a la persistencia del alma al acto cognoscitivo, es decir, supone que el alma existe aunque no perciba. La conjunción de dicha propiedad con su realidad inmaterial le asegura una subsistencia separada de la materia, es decir, es una substancia inmaterial. Tal es una mejor caracterización del paralogismo: el alma es substancia inmaterial.

Frente a la caracterización paralogística de la subjetividad, la que Kant denomina "transcendente"(*), propone una concepción transcendental de la subjetividad. El concepto de transcendental se refiere a las condiciones de posibilidad de los objetos en general, por lo que un sujeto transcendental sería dicha condición. De este modo, la concepción transcendental de la subjetividad intenta explicar cómo es posible la experiencia. Sin embargo, no parece decirnos nada esto acerca de qué es el sujeto.

La subjetividad transcendental, en tanto que es una correción del paralogismo principal, puede comprenderse como una reformulación de los cuatro paralogismos secundarios. Así, el sujeto transcendental es una función (una acción y no un ser), de unidad, sucesiva y distinta de los objetos. Ésta distinción de los objetos no supone sin embargo que ella sea un "objeto distinto" (objeto material vs. alma inmaterial). La concepción transcendental de la subjetividad hace del sujeto una función intelectual de unidad espaciotemporal del dato múltiple de los sentidos, a saber, la experiencia. El concepto de un sujeto supone que a la base de la experiencia hay un fundamento del pensar pero de ningún modo puede suponer que dicho fundamento sea expuesto y estudiado como un objeto del conocimiento.

El pensamiento, tomado por sí mismo, es simplemente la función lógica; por lo tanto, es la simple espontaneidad del enlace de lo múltiple en una intuición meramente posible, y no presente el sujeto de la consciencia como fenómeno, porque simplemente no toma en consideración alguna el tipo de la intuición, si ésta es sensible o intelectual. Por tanto, yo no me represento en él, ni como soy, ni como me aparezco a mí mismo, sino que me pienso como pienso cualquier objeto en general de cuyo tipo de intuición hago abstracción. Cuando aquí me represento a mí mismo como sujeto de los pensamientos o como fundamento del pensar, estas especies de representaciones no significan las categorías de la sustancia o de la causa; pues éstas son las funciones del pensar (juicios) aplicadas ya a nuestras intuiciones sensibles, las cuales sería sin duda exigidas si yo quisiera conocerme.
Immanuel Kant, Crítica de la razón pura 430B-431B.
(*): Por postular al alma como una substancia transcendente al espacio-tiempo, condiciones de la materialidad.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

¿Quién es Ramiro Agulla?

El servicio de venta se ha convertido en el centro o el "alma" de la empresa, Se nos enseña que las empresas tienen un alma, lo cual es sin duda la noticia más terrorífica del mundo. El marketing es ahora el instrumento del control social, y forma la raza impúdica de nuestros amos.
Gilles Deleuze, Postdata sobre las sociedades de control.

Deleuze, que para Rozitchner no es tanto Gilles sino más bien un gil "que no entendió nada" (referencia, ver últimos comentarios), claramente percibe cómo el marketing es un nuevo instrumento de control social, instrumento preferido de la casta al poder.

Ramiro Agulla es -casualmente- publicista y diseñó la campaña publicitaria de De Narváez. También diseñó el spot de Luis Alberto Lacalle, candidato a presidente en Uruguay. El diseño de ambas publicidades tiene algunas características en común: muestran "gente común", como trabajadores o niños, apelan a la emoción más que a la razón. Es importante notar además que mucha de la gente que aparece es la misma en uno y otro spot, como se comprueba a continuación:



Ramiro Agulla también hizo el spot del De la Rúa "aburrido" y participó en el futbolístico "¡Vamos Menem!" en el 2003. La Nación no se decide entre calificarlo de audaz o de carente de ideología. Quizá convenga decir que Agulla persigue audazmente su profesión de publicista -y el dinero- sin detenerse en esas cuestiones tan poco redituables como la ideología.

Vía RAMBLE TAMBLE y Noticias Observa Uruguay

martes, 17 de noviembre de 2009

No nos cuidan, nos vigilan

Les dejo un link a la nota de Ramiro, en la que se comenta los atropellos a la autonomía universitaria en la Universidad Nacional del Sur, de Bahía Blanca.

Link: No nos cuidan, nos vigilan

jueves, 12 de noviembre de 2009

Mitología y actualidad

Me entero que nuestro queridísimo amigo de la casa, Alejandro Rozitchner realizará un ciclo documental en Canal à llamado "Mitos", en los que analizará "los mitos más importantes de la cultura occidental". En éste ciclo, nuestro amarillo personaje presentará una narración del mito en cuestión y luego realizará entrevistas a pensadores de diferentes tipo, como así también a artistas que hayan trabajado el mito en sus obras.
El valor del mito reside en que muestra una faceta de la realidad humana, una faceta que generalmente transciende a las condiciones culturales en las que sucede el drama mítico. Un caso concreto es el mito de Antígona, que casualmente será tratado en "Mitos". El mito de Antígona, según la Wikipedia en español:

En la mitología griega, Antígona (en gr. Ἀντιγόνη) es hija de Edipo y Yocasta y es hermana de Ismene, Eteocles y Polinices. Acompañó a su padre Edipo (rey de Tebas) al exilio y, a su muerte, regresó a la ciudad.
En el mito, los dos hermanos varones de Antígona se encuentran constantemente luchando por el trono de Tebas, debido a una maldición que su padre había lanzado contra ellos. Se suponía que Eteocles y Polinices se iban a turnar el trono periódicamente, pero, en algún momento, Eteocles decide quedarse en el poder después de cumplido su período, con lo que se desencadena una guerra, pues, ofendido, Polinices busca ayuda en una ciudad vecina, arma un ejército y regresa para reclamar lo que es suyo. La guerra concluye con la muerte de los dos hermanos en batalla, cada uno a manos del otro, como decía la profecía. Creonte, entonces, se convierte en rey de Tebas y dictamina que, por haber traicionado a su patria, Polinices no será enterrado dignamente y se dejará a las afueras de la ciudad al arbitrio de los cuervos y los perros. (Este mito es contado en la tragedia Los siete contra Tebas de Esquilo.)
Los honores fúnebres eran muy importantes para los griegos, pues el alma de un cuerpo que no era enterrado estaba condenada a vagar por la tierra eternamente. Por tal razón, Antígona decide enterrar a su hermano y realizar sobre su cuerpo los correspondientes ritos, rebelándose así contra Creonte, su tío y suegro (pues estaba comprometida con Hemón, hijo de aquel).
La desobediencia acarrea para Antígona su propia muerte: condenada a ser enterrada viva, evita el suplicio ahorcándose.Por otra parte, Hemón, al ver muerta a su prometida, tras intentar matar a su padre, se suicida en el túmulo, abrazado a Antígona; mientras tanto, Eurídice, esposa de Creonte y madre de Hemón, se suicida al saber que su hijo ha muerto. Las muertes de Hemón y Eurídice provocan un profundo sufrimiento en Creonte, quien finalmente se da cuenta de su error al haber decidido mantener su soberanía por encima de todos los valores religiosos y familiares, acarreando su propia desdicha. (Este mito es contado en la tragedia Antígona de Sófocles.)

El mito de Antígona ha sido repetidamente entendido como la lucha entre la justicia divina y la justicia secular, política; de hecho, el mito puede leerse como una profunda crítica al poder político, ejercido por fuera del ámbito de la justicia eterna, divina. Será interesante escuchar qué tiene para decir sobre esto Rozitchner, quien recordemos que apoya a un partido político, cuyos miembros están imputados en excesos de poder tales como espionaje, patoterismo (incluyendo un aborto por golpizas), evasión fiscal y narcotráfico.

Les dejo un caso concreto: el ataque con armas de fuego al cuñado de Macri, tras haber denunciado a este último de espionaje y amenazas.

¿Hasta cuando Alejandro Rozitchner seguirá presentándose, con ayuda de los medios, con el título de filósofo? ¡Es hora de que el verdadero pensamiento, sin sesgos de intereses materiales, retorne a sus propietarios legítimos, los pensadores!

Intelecto originario vs. intelecto derivado

Nuestra consciencia es -según Immanuel Kant- el producto de aplicar al dato de nuestros sentidos las formas a priori de nuestro intelecto, las cuales son independientes de la experiencia y le dan a esta su forma. La sensibilidad es una facultad independiente a la del intelecto o entendimiento. Éste se caracteriza por su espontaneidad, mientras que aquella es meramente receptiva.
Sin embargo, la sensibilidad no es una mera facultad aparte del intelecto, sino que más bien parece ser un derivado de éste, puesto que la sensibilidad está de acuerdo con la apercepción. Así, nuestro intelecto no intuye, sino que meramente piensa, y la intuición le viene "de afuera" por obra de la sensibilidad. Tal es la consideración de un intelecto derivado.

En contraposición a un intelecto derivado, Kant propone un intelecto originario. Éste hipotético intelecto no resulta objeto de conocimiento para nuestro intelecto derivado, aunque bien puede ser pensado como existente, a consideración que su existencia sea de un género distinto a nuestra existencia física, finita, material.

Un intelecto originario sería un intelecto tal que no poseería un facultad intuitiva derivada, ni una arquitectura conceptual a priori para la construcción de la experiencia. Muy por el contrario, su contenido le pertenecería de modo tan directo que no debería ser englobado aperceptivamente: su pensamiento no sería percepción de objetos, sino que su mero pensar constituiría el ser. Nuestro intelecto derivado, por el contrario, recibe un dato múltiple, el de los sentidos, y debe ordenarlo y llevarlo a la luz del concepto para encontrar en él: substancias, causalidad y demás cosas que el sentido no percibe.
El principal candidato a una intelectualidad originaria es nada más ni nada menos que un hipotético Dios, ente supremo y creador de todo lo existente. Si al intelecto derivado le conviene la máxima cogitans sum (existo pensando, existo al pensar), a Dios no le convendría otra máxima que cogitans sunt (existen mientras yo pienso).

martes, 3 de noviembre de 2009

Deducción transcendental y Apercepción transcendental

Kant presenta en la Crítica de la razón pura un argumento conocido como la "Deducción transcendental de los conceptos puros del entendimiento", en el que intenta explicar cómo es que dichos conceptos pueden aplicarse sobre la intuición sensible, es decir, sobre el influjo de los sentidos. Los conceptos puros del entendimiento son actos formales de determinación de un contenido según una forma lógica determinada, la cual no contiene elementos empíricos (es decir, es pura). Dichos actos son espontáneos, en contraposición con los datos materiales para su aplicación, los cuales proceden de una facultad pasiva o receptiva, la sensibilidad, es determinada como un múltiple de datos al sufrir una intuición.

El problema central de la Deducción es entonces legitimar la pretensión del intelecto, consistente en aplicar sus conceptos en un elemento heterogéneo, a saber, el dato múltiple de la intuición sensible o sensación (el objeto de los sentidos). Dicha pretensión del intelecto -afirma Kant- es un factum o hecho indiscutible, puesto que nuestra experiencia no se compone solamente del dato recibido por los sentidos, sino que además posee un agregado proveniente de una fuente alternativa: la espontaneidad el intelecto. Así, conceptos como "causa", "efecto", "substancia", "finalidad" y demás, no solo no provienen de la experiencia, sino que por el contrario, regulan la experiencia.
La solución al problema la presenta Kant de manera concisa, mientras la desarrolla en detalle a lo largo de la Crítica: los elementos subjetivos del conocimiento son válidos puesto que son la condición de posibilidad de la experiencia. Tal es el carácter transcendental de un elemento del conocimiento.
El punto de partida es el múltiple dato de los sentidos. Éste, para formar parte de la experiencia, debe estar contenido en una representación global llamada apercepción (del latín ad perceptionem, junto a la percepción). Su carácter aperceptivo significa que esta representación acompaña a la otra representación como un "yo pienso" que refiere la percepción a una consciencia única, a un yo.
El múltiple dato de los sentidos es independiente de los conceptos intelectuales, pero aún así debe ser acompañado por el "yo pienso", el cual es un acto espontáneo y por consiguiente intelectual. Podemos sacar entonces, algunas consecuencias y conclusiones generales:
  1. La apercepción -comprendido como la espontaneidad del "yo pienso" en toda representación- es un acto originario, es decir, previo e independiente a todo otro acto o representación.
  2. La intuición de la sensibilidad es un acto derivado del intelecto, puesto que el múltiple de la intuición presupone la apercepción intelectual.
  3. La apercepción produce una unidad de representaciones; dicha unidad es condición de posibilidad de la experiencia, mientras que las condiciones materiales (sensibles) de su determinación, determinan en el mismo acto el contenido mismo de la experiencia.
La bonita y ocurrente foto que ilustra este post es Escher (1935), cortesía de Internet...

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