lunes, 23 de noviembre de 2009

El paralogismo de la subjetivdad

Bajo la denominación de "Paralogismos de la razón pura", comprende Kant una serie de espejismos que nos salen al encuentro en lo referente a nuestra esencia como sujetos del conocimiento. Todos ellos se reducen a su vez a un Paralogismo principal, a saber, la existencia del sujeto como objeto. Esto significaría que aquél que conoce -el sujeto- podría ponerse como su propio objeto del conocimiento. La tradición religiosa y metafísica, como así también el sentido común, son muchas veces presas de este paralogismo y el objeto que proponen como sujeto suele poseer el nombre de alma, mente, espíritu, etc...

Los cuatro paralogismos la presentan como substancia (existencia subsistente), simple, una a través del tiempo y en posible relación objetos de pensar. Dicha relación es la representación o consciencia de los objetos y su posibilidad se refiere -según Kant- a la persistencia del alma al acto cognoscitivo, es decir, supone que el alma existe aunque no perciba. La conjunción de dicha propiedad con su realidad inmaterial le asegura una subsistencia separada de la materia, es decir, es una substancia inmaterial. Tal es una mejor caracterización del paralogismo: el alma es substancia inmaterial.

Frente a la caracterización paralogística de la subjetividad, la que Kant denomina "transcendente"(*), propone una concepción transcendental de la subjetividad. El concepto de transcendental se refiere a las condiciones de posibilidad de los objetos en general, por lo que un sujeto transcendental sería dicha condición. De este modo, la concepción transcendental de la subjetividad intenta explicar cómo es posible la experiencia. Sin embargo, no parece decirnos nada esto acerca de qué es el sujeto.

La subjetividad transcendental, en tanto que es una correción del paralogismo principal, puede comprenderse como una reformulación de los cuatro paralogismos secundarios. Así, el sujeto transcendental es una función (una acción y no un ser), de unidad, sucesiva y distinta de los objetos. Ésta distinción de los objetos no supone sin embargo que ella sea un "objeto distinto" (objeto material vs. alma inmaterial). La concepción transcendental de la subjetividad hace del sujeto una función intelectual de unidad espaciotemporal del dato múltiple de los sentidos, a saber, la experiencia. El concepto de un sujeto supone que a la base de la experiencia hay un fundamento del pensar pero de ningún modo puede suponer que dicho fundamento sea expuesto y estudiado como un objeto del conocimiento.

El pensamiento, tomado por sí mismo, es simplemente la función lógica; por lo tanto, es la simple espontaneidad del enlace de lo múltiple en una intuición meramente posible, y no presente el sujeto de la consciencia como fenómeno, porque simplemente no toma en consideración alguna el tipo de la intuición, si ésta es sensible o intelectual. Por tanto, yo no me represento en él, ni como soy, ni como me aparezco a mí mismo, sino que me pienso como pienso cualquier objeto en general de cuyo tipo de intuición hago abstracción. Cuando aquí me represento a mí mismo como sujeto de los pensamientos o como fundamento del pensar, estas especies de representaciones no significan las categorías de la sustancia o de la causa; pues éstas son las funciones del pensar (juicios) aplicadas ya a nuestras intuiciones sensibles, las cuales sería sin duda exigidas si yo quisiera conocerme.
Immanuel Kant, Crítica de la razón pura 430B-431B.
(*): Por postular al alma como una substancia transcendente al espacio-tiempo, condiciones de la materialidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Participan en Ukhronía