Estamos tan, tan entretenidos con esta vida que muchas veces no podemos tomar distancia de ella para contemplarla objetivamente. Somos como los prisioneros de la alegoría de la caverna, forzados a contemplar un bizarro juego de sombras chinescas sin poder apartar la vista de ellas, sin poder ver cómo son los objetos que proyectan esas sombras, ni la luz que las ilumina.
Esa es la triste situación de la mayor parte de la humanidad.
La guerras, el hambre, el odio, el desamor... en fin, todo lo que llamamos "el mal", es un corolario a nuestra incapacidades de romper las cadenas y andar libremente.
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martes, 16 de junio de 2009
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Claramente habla del no-faso.
ResponderEliminarNo encontré la versión de la alegoría de la caverna de la que me contaste, la de los televisores en lugar de sombras.
No la expliqués que avivás giles, jaja.
ResponderEliminarAhí la tenés...