sábado, 28 de noviembre de 2009

Obsesión y entusiasmo

Un rasgo de la personalidad muy corriente es la obsesión, caracterizada ésta aquí como un sobreanalisis de los problemas, es decir, sobreabundancia de pensamiento. Éste tipo es el cliente ideal de un gurú del entusiasmo como Alejandro Rozitchner. Mi opinión es que esta tipología se debe a una necesidad del individuo de hacer un recorrido conceptual, de canalizar cierta energía latente en un desarrollo de tipo teórico. Al estar latente esta fuerza busca exteriorisarse de cualquier modo posible oponiéndose incluso al módulo perceptivo, la consciencia (nuestro "yo"), y presentándose a ella como un antagonista. Esto significa dos cosas: en primer lugar, que el pensamiento obsesivo está disociado de nuestra consciencia por lo que aparece como externo a ella. Además, se presenta como contrario a su voluntad, pues no se manifiesta voluntariamente sino que su expresión es semejante a la del agua que escapa de su recipiente al rebalsarlo y superar su capacidad de continencia.

Así, la obsesión puede considerarse un funcionamiento patológico de una función natural del individuo: el pensar. Sin embargo, en tanto que es un funcionamiento patológico reviste una utilidad para el individuo, la cual se ve reflejada en el caracter paralizante del pensamiento. "El pensamiento atrasa" dice Rozitchner, y tiene razón, a condición de que nos refiramos al pensamiento obsesivo. Éste bien sirve para encontrarle la quinta pata al gato y evadir a ése peligroso félido; la obsesión es evasión mental. Permite racionalizar un problema y naturalizarlo: de la mera posibilidad percibida por la inteligencia se infiere obsesivamente la realidad de dicha posibilidad, haciendo de una situación potencialmente problemática una situación realmente problemática y facilitando entonces que dicha situación se descarte por su problematicidad supuestamente inherente.

Seguro que el pensamiento obsesivo atrasa. Y que frente al miedo que lo mueve es mejor el entusiasmo. Pero esto claramente es aplicable legitimamente sólo en los campos intelectuales en los que se demuestre su validez. Descartar el pensamiento por su problematicidad potencial supone la misma falacia que utiliza el pensamiento obsesivo para evadir su problema.

2 comentarios:

  1. Linda contestación al Filósofo. Me parece que hay que apurarlo con este tipo de planteos, que si no, como sus amigos del Pro, se le da la oportunidad de que aproveche a victimizarse.

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  2. Muy buena publicación. La verdad cada vez me encuentro mas seguro de expresar que es indispensable desalojar a los "Paulo Coelho" del pensamiento actual, para darle lugar a otros pensadores y filosofos que realmente hagan de la Filosofía una materia de pensamiento y no de autoayuda.

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