miércoles, 12 de agosto de 2009

El poder evocativo de los símbolos

Nuevamente tengo el desagrado de encontrar publicada una nota escrita por Alejandro Rozitchner, esta vez en el Cronista. Ahora resulta que "los símbolos estimulan la pobreza del pensamiento", como si se pudiera estimular la pobreza, o como si dicha cualidad fuera inherente al pensamiento. Si bien ambas opciones me parecen ridículas, la notano me mueve a risa puesto que no está presentada como un chascarrillo sino que nuevamente usurpa este nefasto personaje el título de "filósofo", presentándose en los medios masivos y ocultando a los verdaderos pensadores, críticos, reflexivos y comprometidos con ideales. Soy de la opinión, y no lo oculto, que el título de la nota de Rozitchner desliza no tan sutílmente su intención: "estimular" la pobreza del pensamiento. Sí, estimular, puesto que lamentablemente nuestro país carece de un sector intelectual, crítico y comprometido con el país. Un pensamiento que nace, vive y muere dentro de las paredes de las universidades no puede ni debe ser tildado de crítico.

Volviendo a la nota en cuestión, me gustaría señalar algunas cuestiones. En primer lugar, nótese el léxico utilizado por Rozitchner -más descalificante que descriptivo- cuando afirma que los símbolos son representaciones primitivas o limitadas. También afirma de ellos que son una formar de "congelar" la realidad y de idolatrar al "lugar común" como "trascendente". Por mi parte, no creo que dichas aserciones resistan el menor análisis, pero prosigamos con la exposición de su posición antes de considerarla.

Considera Rozitchner a la paloma de la paz como un símbolo de pureza e inocencia -y extrañamente no de paz- y lo considera apto para un pensamiento "cortito y simplón", con lo que me hace preguntarme, en primer lugar, por qué no ilustra con blancas palomas sus pensamientos, y segundo, si piensa que aspirar a la paz es para gente "corta" y "simplona". La paloma de la paz es el símbolo que nos recuerda que aunque jamás se haya posado la paz sobre la faz de la Tierra, jamás debemos perder las esperanzas ni dejar de esforzarnos por su consecución. El símbolo de la paz, la paloma blanca, no es la adoración de lo común como si fuera algo trascendente, sino más bien y al contrario, la adoración de lo trascendente como si fuera algo común. No hay otra forma de presentar la paz, idea trascendente, que mediante un símbolo visible que nos la haga presente, ya que no lo está, para que no nos olvidemos de ella y caigamos en el burdo conformismo que exige Rozitchner frente a la realidad bajo el rótulo de "básico desamor por la realidad".

Rozitchner por su parte, cree que la representación simbólica "embarra" y simplifica el pensamiento, cerrándolo a las posibilidades generativas del pensamiento. Nuevamente, esta idea sería rídicula si no se la presentara con tanta solemnidad en un medio masivo. La paloma de la paz, no embarra ni simplifica nada; un símbolo, algo perceptible por los sentidos pero que nos hace presente algo trascendente a ellos, no puede imposibilitar la génesis de nuevos pensamientos puesto que el símbolo es por naturaleza una cosa y no una idea. Nos representamos la paz como una paloma pero eso no quiere decir que nos la representemos por necesidad de tal o cual manera, solamente que tomamos una paloma blanca para presentarla. Y si queremos, cambiamos el símbolo; lo representado, la paz, jamás queda restringida por su símbolo pues éste sólo le da ocasión de hacerse presente al pensamiento y de ninguna manera limita el concepto que tenemos de ella. Representar a la paz como una paloma blanca no significa que la paz tenga plumas o sea un ave, como parece implicar Rozitchner.

La Argentina necesita -según él- un nuevo pensamiento, y en eso estamos de acuerdo. Éste nuevo pensamiento consiste en no caer en viejas repiticiones, de acuerdo. Pero en lo que difiero es que un nuevo pensamiento suponga despojarnos de símbolos. No son los símbolos lo que están mal; lo deficiente es ya no creer en los símbolos, no creer en lo trascendente, no creer en que hay algo más allá de lo mostrado por el símbolo. Pero sí lo hay. El símbolo de la paz no hace presente algo que no existe sino que nos recuerda nuestro deseo, nuestro anhelo por la paz, anhelo de cuya realidad es difícil dudar.

Lo que pretende Rozitchner, al fin y al cabo, no es desechar los símbolos sino más bien olvidarnos de aquello que ellos nos representan, aquello que no está tan presente como quisieramos. No es la crítica lo que mata la vitalidad del pensamiento, sino que por el contrario, la crítica es el despliegue del pensamiento, que no se conforma con lo presentado y propone su trascendencia y la realizacion de los ideales que él contiene pero que, lamentablemente, no encuentra reflejados en el mundo. Ideales como paz, igualdad, felicidad, amor y quien sabe cuántos más.

3 comentarios:

  1. humille joven HUMILLE!
    estos se creen mucho pero se rompen ante la menor briza

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  2. Es un tanto absurdo eso de: "en la Argentina no estamos para símbolos, hoy en día." Dudo que se pueda renunciar a los valores, ni hoy (ni nunca) ni en Argentina (ni en ninguna parte), por una cuestión antropológica más que nada. El lenguaje es un constructor de símbolos "par excellance", entonces simplemente no se puede prescindir de ellos.
    Ahora bien, después de esa frase Rozitchner escribe: "Estamos más bien necesitados de una nueva inteligencia, que pueda superar esos clásicos de la repetición y abrir los conceptos para deformarlos, trabajarlos, recrearlos, volverlos plásticos y transformarlos en otra cosa." Eso es, basicamente, a lo que se dedica la filosofía (especialmente la filosofía sin poder heurístico, la filosofía de la pregunta).
    A lo que voy es que si bien no se puede renunciar a la idea -al ideal- de paz o de salvación de la especie, tampoco se puede creer que ellos son factibles y que es nuestra obligación correr atrás suyo. Eso es el triste "progresismo". Creo que lo que Rozitchner sugiere es que no hay valores absolutos, que -por ejemplo- los Derechos Humanos son sólo una axiomática más, tan buenos para unos como malos para otros, y que hay que pensar a partir de esa incertidumbre.

    Por cierto, ¿por qué ese progrom personal contra Rozitchner?

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  3. Estimado, los ideales son factibles. Por cierto, no entendí la pregunta final. Saludos.

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